MIS REFLEXIONES A CERCA DE LA AUTONOMÍA PERSONAL EN LOS CIEGOS (I)

Autora: Victoria Hernández Gazapo.


Victoria Hernández es licenciada en Psicología. Trabaja en la administración local en Cataluña.

Cuando hace unos días me pidieron que escribiera un artículo sobre la autonomía personal en las personas ciegas me pareció una tarea sencilla; no debía ser algo muy complicado para mí puesto que soy ciega y, personalmente, me considero bastante autónoma. Así pues, acepté inmediatamente y desde entonces estoy dándole vueltas al tema, con la cabeza llena de dudas y preguntas que antes nunca me había planteado, al menos de forma consciente.

La primera cuestión es, lógicamente, a qué nos referimos cuando hablamos de autonomía personal y por qué nos planteamos este tema relacionado con los ciegos y deficientes visuales. Considero que este concepto engloba el conjunto de capacidades de un individuo para realizar acciones por si mismo, tanto las referidas a su propia persona como al mundo que le rodea. Es decir,estamos hablando de independencia... ¡Vaya, acabo de caer en la cuenta de que lo contrario es, claro está, la dependencia, y de ahí el nombre de la famosísima Ley de Dependencia, de la que siempre he criticado que la denominasen de una manera tan negativa; ahora se me ocurre que la hubiesen podido llamar Ley de Autonomía Personal, dándole un carácter mucho más optimista, ¿no?

En fin, de momento dejaremos bien aparcadito el tema de la dichosa ley y seguiremos con lo nuestro. Creo que en los adultos sanos no se estudia ni evalúa la A.P. pues se da por hecho que poseen todas estas capacidades en todos los ámbitos de la vida. La verdad es que he estado cotilleando un poco por Internet (Mr. Google siempre ha su servicio) y he encontrado estudios, libros, artículos, etc. Sobre cómo se ve afectada la autonomía personal en casi cualquier patología . Reconozco que me ha sorprendido, ya que tenía yo muy claro que este concepto iba siempre relacionado con niños, discapacitados y, sobre todo en los últimos años, con personas mayores. En el caso de los niños por no haber alcanzado una plena autonomía y en los otros dos grupos por haberse reducido o perdido.

Me pregunto si habrá algún estudio que evalúe la independencia de esas personas que, siendo (entre comillas) ?normales?, son incapaces de orientarse en el metro, acudir solas a un médico o a un simple análisis de sangre, cocinar o combinar su propia ropa. Ironías aparte, me centraré en la discapacidad visual. Es innegable que con la pérdida de visión se vemermada la independencia de quien la padece. La persona se encuentra con que no puede realizar actividades cotidianas en mayor o menor medida, variando en función de sus propios recursos, habilidades, motivación, de si conserva un pequeño resto visual o no... Pero, en general, los problemas se plantean en los mismos ámbitos para casi todos los que se encuentran de repente o bien de forma progresiva con la ceguera.

Es en estos casos cuando se debe comenzar un proceso de rehabilitación orientada a la consecución de un fin: que la persona ciega vuelva a ser hábil, que esté y se sienta capacitado para desarrollar su vida con normalidad; esto se consigue mediante un conjunto de enseñanzas teóricas y prácticas por parte de unos profesionales cualificados que llevan al ciego a adquirir nuevos instrumentos, sistemas, métodos, trucos y demás. Asimismo considero fundamental el aprendizaje que suponen las propias experiencias que la persona va acumulando en su condición de invidente el contacto con otros en su misma situación.

Aparece ahora la segunda cuestión que meplanteo:¿Qué ámbitos engloba la A.P.? Mi respuesta es que todos los ámbitos. La independencia de una persona es tanto a nivel físico, como emocional e intelectual.

La capacidad de desplazarse y relacionarse con el entorno, es decir, la movilidad, ayudándose de un perro-guía o un bastón por un lado y los recursos para elaseo y arreglo personal, junto con las habilidades para realizar las tareas domésticas componen a mi entender el aspecto más físico.

En el nivel intelectual situaría la lectura y escritura, el acceso a la información, a la cultura y a las nuevas tecnologías.

Y en el plano emocional la autopercepción, la autoestima, la capacidad de toma de decisiones, la aceptación de la discapacidad y el conocimiento de los propios recursos y limitaciones.

Me gustaría explicar aquí mi experiencia hace casi veinte años en un centro de rehabilitación. Pasé dos meses interna en el centro que la ONCE tenía en

Castell-Arnau (Barcelona). Creo que tuve suerte porque en aquella época se hacía rehabilitación integral. Es decir, me enseñaron a manejar un bastón, interpretar

mapas en relieve, reconocer monedas y billetes, a hacer tareas domésticas básicas, desenvolverme con los cubiertos en la mesa y ocuparme de mi arreglo

personal (ordenar ropa, maquillaje...). Al mismo tiempo aprendí braille, mecanografía, el funcionamiento de los aparatos de tiflotecnología que existían

en aquel entonces y algo de informática. Hice deporte y practiqué manualidades.

Pero además de todo esto conocí personas que estaban pasando por el mismo proceso que yo, que habían perdido la vista igual que yo. Pude intercambiar vivencias

con ellos y sentir que pertenecía a un grupo, sentirme identificada con otros que estaban en mis mismas circunstancias. ¿Quién te puede entender mejor que alguien que está viviendo en primera persona lo mismo que tú? Creo queesto es muy importante, tanto como saber llevar un bastón o leer braille.

Tal vez alguien se pregunte si no había psicólogos en aquel centro; pues sí, pero mi opinión allí era que las terapias se hacían más en la sala de la televisión y en el jardín que en un despacho. Soy licenciada en psicología así que, evidentemente, no voy a menospreciar la labor de los psicólogos, sólo es que siempre he sido rebelde y mi impresión ya con diecisiete años era que nos vendían la imagen de que los ciegos debemos irpidiendo perdón por serlo a cada paso que damos.

Creo que se debería animar a quienes acaban de perder la vista a seguir pensando por sí mismos, a tomar sus propias decisiones, a tratar de experimentar

por uno mismo lo que se puede llegar a hacer y dónde están las propias limitaciones; porque la persona que mejor te puede decir lo que puedes o no hacer

eres tú mismo, y porque la autonomía radica en eso, en tener la libertad e independencia para decidir en tu vida.

En la actualidad, por lo que me cuentan, la rehabilitación es bastante limitada. Se asesora en movilidad y en las actividades puntuales que se soliciten y poco más. Y esto se hace de forma aislada y sin contacto con otros ciegos. Serían muy útiles las terapias de grupo y los grupos de autoayuda pero me temo que no son demasiado habituales.

Ahora los ciegos nos relacionamos y agrupamos virtualmente por internet, creamos listas para intercambiar experiencias y opiniones y ayudarnos mutuamente en la medida de nuestras posibilidades. Por algo será.





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