La preparación de los docentes para la educación inclusiva

Educación Inclusiva Perspectivas, septiembre de 2011



Uno de los mayores desafíos que enfrenta la formación docente reside en las exigencias
planteadas por la educación inclusiva pero, por sorprendente que parezca, este tema tan
importante no ha recibido aún la atención que merece. La 48ª Conferencia Internacional sobre
Educación, dedicada a La educación inclusiva: el camino hacia el futuro (UNESCO, OIE,
2008), identificaba la formación docente como un área clave para sentar las bases del futuro
desarrollo. En su llamado a la comunidad internacional para instarla a adoptar la educación
inclusiva como una vía para alcanzar los objetivos de la Educación Para Todos, la
Conferencia recomendaba seis acciones específicas para la formación y el desarrollo
profesional de los docentes:



1.
Reforzar el rol de los docentes y obrar para mejorar su posición y sus condiciones de
trabajo, desarrollar mecanismos para reclutar candidatos idóneos y retener docentes
calificados, sensibles a exigencias de aprendizaje diferentes.
2.
Formar a los docentes equiparándolos con las competencias y materiales apropiados para
enseñar a poblaciones estudiantiles diversas y satisfacer las diferentes necesidades de
aprendizaje de distintas categorías de educandos mediante métodos como la evolución
profesional a nivel escolar, la formación inicial sobre la inclusión y la enseñanza
atenta al desarrollo y a las fortalezas individuales del educando.
3.
Sostener el rol estratégico de la educación terciaria con la formación inicial y
profesional de los docentes sobre prácticas de educación inclusiva mediante la
provisión de recursos adecuados.
4.
Promover investigación innovadora sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje
relacionados con la educación inclusiva.
5.
Capacitar a los administradores escolares de modo que puedan responder a las diversas
necesidades de todos los educandos y promover la educación inclusiva en sus
establecimientos.
6.
 Tomar en cuenta la protección de los educandos, docentes y escuelas en tiempos de
conflicto.
Si bien por un lado estas recomendaciones identifican las áreas clave para un futuro
desarrollo, por otro plantean interrogantes que deben ser elucidados si se quiere que esos
futuros desarrollos sean sostenibles y cargados de sentido. Por ejemplo, ¿qué significa formar
docentes equiparándolos con las competencias apropiadas para enseñar a poblaciones
estudiantiles diversas? ¿Cómo puede sostenerse el rol estratégico de la educación terciaria en
la formación inicial y profesional de los docentes? ¿Qué tipo de investigación sobre la
enseñanza y el aprendizaje relacionados con la educación inclusiva se necesita?

Sabemos que las disparidades mundiales en la provisión educativa, las diferencias en
la formación y las calificaciones de los docentes, dentro y entre los países, exacerban las
desigualdades en la oportunidad educativa. Pero si bien la forma y la estructura de la
formación docente pueden variar de un país a otro, algunos aspectos y desafíos comunes en la
provisión de una educación básica de calidad para todos siguen siendo desestimados y
totalmente dejados de lado. La educación inclusiva constituye un área del conocimiento
profesional del maestro con plena legitimidad en el campo de la formación docente, sin
consideraciones de diferencias nacionales de forma o estructura. Bajo los auspicios de la
educación inclusiva, la reforma de la formación docente puede convertirse en algo más que
una simple cuestión de tipo o nivel de calificación, porque la educación inclusiva concierne a
todo el mundo y está destinada a todo el mundo.
Clementina Acedo

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