180.com, 30 de noviembre de 2010 - Ricardo Leiva
Las formas de evaluación de los conocimientos de los alumnos en la escuela uruguaya viven una época de cambios. Este año, una experiencia piloto de evaluación en línea llegó al 85% de los segundos y los sextos años del país. El proyecto comenzó hace tres años, utilizando las computadoras y la red del Plan Ceibal.
“A cada maestro se le pedía que reporte a su director el porcentaje de niños suficientes en una serie de dominios conceptuales -lenguaje, matemáticas, resolución de problemas, etc.-”, indicó el sociólogo Andrés Peri, director de la División de Investigación, Evaluación y Estadística de la Anep. “Entonces, cada maestro informaba a su director, quien consolidaba la escuela y mandaba al inspector zonal, quien consolidaba su jurisdicción y se lo mandaba al inspector departamental, quien consolidaba su departamento y lo mandaba a Inspección Técnica”, detalló. “Y cuando, desde este lugar central, se quería analizar cómo íbamos en esos dominios conceptuales, encontramos que el procedimiento utilizado no alcanzaba para sacar ninguna inferencia válida”. Primero, argumentó, “porque no había una definición compartida de qué es suficiencia” y, segundo, porque no había un instrumento común.
Según contó el sociólogo Peri, la idea de buscar una alternativa comenzó por un problema de restricción presupuestaria. “Hicimos la cuenta: hay 50.000 niños en segundo grado, queríamos abarcar trés áreas y para cada área serían 10 páginas; 50.000 por 10 por 3, eran un millón y medio de hojas. Me dijeron, 'No hay plata para hacerlo'. En ese momento arrancaba el Plan Ceibal y fue cuando el ingeniero dijo: '¿Y si no imprimimos?'. Ahí empezamos a ver si podíamos desarrollar una evaluación donde todo el proceso desde el diseño, a la aplicación al sistema de reporte, no pasara por el mundo papel”.
No toquen nada (Océano FM) habló con el programador Sebastián De Almeida, quien contó que, al comienzo, la aventura de una evaluación en línea en el sistema educativo uruguayo parecía difícil de creer, al menos para las autoridades educativas. “En 2007, cuando dijimos 'Con esto podemos aplicar en línea', se tiraron para atrás, la Anep estaba a años luz de hacer esto y veían imposible que un maestro, que apenas sabía usar la computadora, pudiera cargar los nombres y las cédulas de sus 20 niños”, recordó. “La plataforma trata de ser lo más amigable y lo más parecido a las herramientas que los docentes utilizan
habitualmente. Probamos que, si se le mete cabeza al software para que tenga un nivel de usabilidad suficiente, para que lo use cualquier docente, se puede tomar un proceso que habitualmente se hace, como pasar la lista. Y se puede hacer a través de la computadora, de manera más eficiente y muchísimo menos costoso”.
Las primeras experiencias se hicieron en 2008, con el Plan Ceibal todavía sin cobertura en todo el país. Por eso se hizo un experimento pequeño, en una escuela de Tarariras y otra de Nueva Helvecia. Allí surgieron los primeros indicios de que el programa tenía chances de funcionar, si se adaptaba a las necesidades de los maestros. “Con ese primer pilotito nos dimos cuenta de que el docente está acostumbrado a aplicar de determinada forma y nosotros teníamos que respetar ciertas reglas”, remarcó De Almeida. “Entonces, lo que hicimos fue que la plataforma simulara y le diera al docente todas esas herramientas control. El niño puede empezar a hacer la aplicación, en el método convencional, una vez que el docente le da la letra de la prueba, si no, no puede; entonces, la aplicación en línea tiene un comando que lo ejecuta únicamente el docente”.
Las primeras pruebas en Tarariras y Nueva Helvecia mostraron que el software funcionaba bien pero que el servidor sufría una sobrecarga.
Ya con el Plan Ceibal, en 2009, en casi todas las escuelas se llamó a licitación para contratar servidores. El éxito de la experiencia fue sorpresivo para sus creadores: en 2009 se llegó a 35.000 de los 50.000 niños de segundo.
En este año 2010, la evaluación se realizó en octubre con el objetivo de cubrir los segundos a los sextos de todo el país. Los resultados indican que se llegó a un 85%. El 15% que quedó afuera lo hizo por varias razones, por ejemplo, la falta de conectividad. “En algunos casos, hacían la evaluación y se les caía la conectividad, tenían que volver a hacerlo. Algunas escuelas que no tenían conectividad y fueron a centros urbanos a hacer la evaluación”, indicó Peri quien enfatizó en que “había un interés en hacer la prueba que los llevaba a querer superar obstáculos tecnológicos que aún existen”.
El sociólogo destacó el buen recibimiento que el proyecto tuvo en los maestros, lo que comprobaron a través de una encuesta. “Yo diría que hubo un proceso de conversión, digamos: 'no puedo', 'pido ayuda', 'me parece interesante' y, por último, 'me encanta la propuesta'. Es como todo eso a lo largo del ciclo, lo que supone una transformación importante, un cambio conceptual muy importante”.
Peri destacó algunos beneficios de la nueva forma de evaluar: el menor costo en la aplicación y la menor burocratización de las evaluaciones, la mayor agilidad en la aplicación y la generación de resultados -los docentes no tienen que corregir, la prueba es con múltiple opción, por lo que los resultados están en el momento-, y el potencial existente en el trabajo, por parte del maestro con los resultados que arroja la nueva herramienta.
“Ayuda al trabajo docente pero le genera más 'pienso' en por qué fue el resultado. No tienen que corregir porque es automático, pero por qué pasó lo que pasó, ahí no los ayudamos”, sostuvo Peri. “Ahí es una interpretación del docente, de su mejor conocimiento didáctico, de qué pasó ante una situación que es nueva, porque no es una evaluación que propuso él. Entonces va a verlo con ojos particulares. Pero también logra superar una situación que planteaba Agustín Ferreiro: ¿cómo yo descubro la laguna de conocimiento que tienen mis alumnos, si siempre los evalúo por mis esquemas de cómo enseñé?”.
Para que la evaluación funcione, se necesita una base de datos que acumule la información de los niños a lo largo de todo su paso por el sistema. Este proceso está en marcha a nivel de Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP). Se trata del Proyecto gurí del CEIP, que tiene como objetivo pasar las fichas históricas de los niños a soporte digital.
El objetivo para 2012 es llegar a una aplicación anual de estas pruebas, a la mayor cantidad de clases posibles desde tercero a sexto año. Además, se pretende que el docente pueda someter a los niños a más de una prueba en el año sobre los mismos temas. “Al incio puede ser un diagnóstico, a mitad de año puede ser una prueba de progreso y a fin de año, una evaluación. La virtud que tiene esto es que el maestro puede ver el avance del niño: si están calibradas las actividades, puede decir 'este niño empezó en este nivel y está en este otro'. Sobre todo ver el tema del progreso conceptual en ciertas dimensiones específicas, entre tercero y sexto. Actualmente lo que tenemos es la ficha acumulativa anual, con la nota de aprobación de cada maestro y los días asistidos.
Pero sabemos que las notas no necesariamente reflejan esta idea de avance cognitivo”.
Informe del periodista Ricardo Leiva, de No toquen nada (Océano FM).
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